miércoles, 30 de septiembre de 2009

Conozco a alguien que me contó su primer día de FERIA

Estando yo tranquillo con mis pensamientos y quehaceres cotidianos, cuando recibo la visita de alguien que aprecio a la vez que aborrezco en determinadas circunstancias, y me dice:
Vicente, te voy a contar mi primer día de feria, presta atención a ver si a ti te quedarían ganas de volver.
Venga, cuéntame, le dije.
El día anterior, quedo con mi familia en ir a comer a la feria. Noble, loable, apetitoso e ilusiónate expectativa, ¿con quien mejor que con la familia el completo? Estupendo, me parece muy bien les dije a los promotores, primero porque lo deseaba, como siempre y segundo en agradecimiento a que contasen con migo para ello.
Y continuaba diciendo:
Sin embargo, Vicente, agarate que te voy a contar lo que pasó.
En primer lugar, quedamos en juntarnos a la 1 del mediodía, porque según mis consejos y experiencia, ir a la feria el día de San Miguel después de esta hora, sería fatal, pues ya se habrían anticipado casi todos los habitante de Úbeda y doscientos mil más de otras poblaciones, por consiguiente, el trayecto desde nuestros domicilios hasta el ferial, seria lento, penoso, e insoportable la espera en la retención ocasionada por querer todo el mundo acudir a la misma hora.
Ansioso y expectante de que llegase la hora de irnos, yo como siempre estaba preparado una hora antes de la establecida.
¡¡Ay, amigo Vicente!! Viendo que pasaba el tiempo y que no se cumplía lo previsto, opte por encender el ordenador para ver, como hago diariamente, el correo, los foros y alguna que otro blog y web de mi predilección.
¿Quieres creer que se me pasó el tiempo sin darme cuenta? Y gracias que se me pasó amigo, que si no me hubiera dado una lipotimia por esperar a que el resto de la familia se pusiera de acuerdo en la hora de salir.
Que tengo una pequeña hemorragia nasal, que si no sé que ponerme, que este peinado no me sienta bien, que tengo que bañar al niño, además se ha vuelto a hacer caca, mi marido ha madrugado mucho y está descansando, etc. etc.
Al final y tras repetidas comunicaciones telefónicas y superar todos estos inconvenientes, parece que está todo el mundo dispuesto para la salida, son las 14:30.
¿Te sigo contando? Vale, pues resulta que yo esperaba que me recogiese algunos de mis hijos, pero no, me dice mi mujer que yo tengo que recoger a uno de ellos y a su esposa, para después ir a juntarnos con los otros.
Bueno, sorprendido pero sumiso, bajo a la cochera a por el coche, pensando por supuesto en el atasco que me iba a encontrar.
Los que decían que me estaban esperando, les esperé yo en su puerta con el motor en marcha y en doble fila, unos cinco minutos. Ante las expectativas, sugiero llamar al resto de la familia, puesto que no podía llevarles conmigo, tendrían que utilizar su propio vehículo, ¿Por qué perder más tiempo? Llamarles, dije, y allí en la feria nos vemos.
Desde la salida de Úbeda y en plena autovía, hasta la rotonda para el aparcamiento que gentilmente nos proporciona el Ayuntamiento, previo pago, transcurren 20 minutos (a cualquier restaurante de Baeza, normalmente se tarden 6 minutos).
Ya son cerca de las 3 de la tarde.
Antes de llegar al aparcamiento, observamos un movimiento distinto al esperado de los vehículos que nos precedían. Una vez llegado al lugar, vimos como un municipal nos indicaba “amablemente” que no había plazas, que siguiéramos “palante”.
¿Para que nos vamos a volver todos?, les dije, mejor será que os quedéis aquí y yo busco aparcamiento en Úbeda, y me vuelvo andando (mientras vais cogiendo mesa).
Así lo hicimos, pero uno de mis yernos, previsor él, pidió la llave de la cochera de su cuñado por si no teníamos donde aparcar, y me acompaño.
¿Quieres Vicente que te diga que aquí no acabó la cosa?
Pues si, resulta que después de buscar donde aparcar cerca del ferial y de ser imposible, decidimos ir a la cochera, plaza ésta un tanto difícil de aparcar, en segunda rampa y entre pilares, resulta que ¡¡está ocupada por todo un BMW, con toda la cara del mundo!! En la creencia de habernos equivocado, pongo el coche en la plaza contigua, y nos salimos de la cochera.
Preocupados no obstante por si hacíamos mal a otros, llamamos al dueño de la plaza, (mi otro yerno) y nos asegura que la suya es la ocupada; como un servidor es tan educado y formal, vuelvo a entrar en la cochera, (segunda rampa, difícil acceso) y ni corto ni perezoso, saco mi automóvil a la puta calle y busco aparcamiento, por fin lo encentro un tanto retirado, pero ya estaba aparcado.
Ahora ya que estamos aquí, vamos a recoger al resto de la familia que aún no han salido de su casa, con los nervios a tope y proponiendo a mi yerno quedarnos en Úbeda a comer y los que dejamos en la feria que se apañaran como pudieran, nos dirigimos a recoger a los otros, pues decían por fin ya estar listos, después de otros diez minutos de espera, bajan discutiendo y enfadados con el crío chico al que culpan de todo.
Al final, con el cansancio propio de las caminatas, y el agobio de la hora, y la penosa subida de la cuesta, llegamos a la caseta, en la que pudimos comer por fin.
Nada mas comer y por el supuesto de que pudiera llover, me propone la familia, sobre todo un miembro de ella recogernos antes de mojarnos, con lo que antes de las 7 de la tarde me encontraba de nuevo en casa, después de haber pasado un maravilloso día de FERIA.
¿Qué te parece amigo mío? ¿Crees que me han quedado ganas de volver a la feria?
¡¡Pues si, si que tengo ganas de ir!! La feria solo es una vez al año, y espero pasarlo lo mejor que posible. Así es que no te cuento nada mas, se me hace tarde porque ahora mismo me ¡¡voy a LA FERIA!!


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