martes, 21 de abril de 2009

Los Aficionados Fotógrafos Profesionales

Cada año que pasa, lo mismo que se extienden las ondas en el agua a consecuencia del toque de una piedra lanzada con cierto efecto de rebote, así se extienden las cámaras fotográficas y sus correspondientes usuarios.

A veces hasta la llevan prestada con tal de ejercer tan ansiada afición-profesión, todos muy deseosos de demostrar cuan excelentes profesionales somos.

Ha llegado el momento, al menos así lo creo, de que habría que redactar una especie de reglamentación o código ético-reportero, para nuestra Semana Santa.

Indudablemente que todos tenemos el derecho y la libertad de intentar dejar impreso en nuestra tarjeta de memoria todos y cada uno de los Cristos, Vírgenes, Santos, Tronos, Guiones, Mantillas, Bandas, y miles de detalles que nos ofrecen nuestros desfiles procesionales.

¿Cómo vamos a privarnos de obtener una buena foto, una magnifica instantánea para presumir después de nuestra profesionalidad, para llenar nuestro disco duro y en consecuencia los portales Flickr, Picasa y otros, de todos y cada uno de los momentos vividos en nuestra Semana Santa? Y con unos cuantos “trucos” informáticos conseguir efectos espectaculares dignos de los verdaderos profesionales.

Los forasteros, tienen la excusa de que es para enséñasela a sus amigos y familiares a su regreso, haciendo con ello una buena publicidad de la Ciudad de Semana Santa.

Los foráneos tienen-tenemos la excusa de que todos los años hay novedades, que nuestros pasos de Semana Santa cambian, (aunque no siempre mejoren).

Los de siempre, o sea los asiduos, los que no pierden comba, tienen la excusa de que sus trabajos son esperados por y para tal o cual colectivo, o para su muy valiosa colección particular, la cual altruistamente ponen a disposición de todos.

Los ya famosos reporteros tienen la excusa de que sus fotos son testimonios gráficos vivos para que sus publicaciones sean lo mas didácticas posible, y porque ese es su trabajo.

Los que se asoman de nuevas a este mundo, tenemos la excusa de que para ser la primera vez que intervienen, necesitan demostrar y demostrarse a si mismos que pueden ser buenos aficionados fotógrafos profesionales.

Por ultimo están los integrantes de la gran masa, juvenil casi siempre, que con el móvil en ristre, pretenden sacar buenas fotos de todo, y de todos. Aquí, allí y allá, delante de un trono, o ante un monumento. A veces solo por hacerse los graciosos y oportunos. Salen en pandilla para después comprobar y contrastar sus obras de arte. Y no digamos de aquellos que con el dichoso invento del móvil equipado con cámara de video, se plantan en medio del guión para captar todas esas secuencias que a él o ella le proporciona un determinado placer, dígase bandas por excelencia, pero que al resto solo molesta y perjudica. También tendrán su excusa y habría que escucharles

Reitero que tendríamos que considerar en hacernos una auto-reglamentación para estos usos y/o abusos dentro de nuestra Semana Santa. Solo por el hecho de que parece que no tenemos la suficiente ética y educación cívico-cofrade de saber cuales y cuantos son nuestros derechos y por supuesto nuestros deberes y obligaciones ciudadanas y cofrades.

Existe una ética lógica, paralela con la buena educación, que si todos la pusiéramos en práctica no habría ni que hablar del tema, al menos yo no lo pondría en tela de juicio. Pero siento decir que no es esto lo que he visto este año.

Reconozco ser el menos indicado para opinar, ya que esta ha sido la primera vez que he participado de una manera más exhaustiva, o sea como un verdadero aficionado fotógrafo profesional, aunque durante mis más de sesenta años, he hecho fotos esporádicamente y en determinada ocasiones a nuestros pasos en sus desfiles procesionales, comenzando con el blanco y negro.

No solo se demuestra la falta de educación ciudadana y cofrade con respecto al público en general de los aficionados fotógrafos profesionales con el resto del mundo, sino entre nosotros que con la cámara empuñada, tampoco nos respetamos.

He visto como en el preciso momento en que tienes una imagen encuadrada, debidamente enfocada y con los parámetros precisos y exactos para disparar el obturador, se te planta delante de tu objetivo otro aficionado fotógrafo profesional sin miramiento alguno, y con toda la desfachatez del mundo, consigue que obtengas un primerísimo primer plano de su coronilla y cuello totalmente desenfocado, claro está, y sobreexpuesto si tenemos activado el flash. ¡Lastima que no sigamos usando aquellos antiguos flash’s que necesitaban cierta combustión para iluminar, y churrascarle el cogote a estos desaprensivos!

Por otro lado, considero que cuatro o cinco instantáneas de cada paso, en escenarios elegidos por cada aficionado profesional y que no han de ser siempre los mismos, son suficientes, hay sitios y lugares con encanto y dignos de una buena foto en cualquier parte del recorrido procesional. Es gracioso y un tanto absurdo, ver la bandada de cámaras concentradas en los mismos sitios “estratégicos” de siempre.

Un caso muy particular y excepcional por consiguiente es, para aquella Hermandad sobre la que recae el próximo cartel de Semana Santa. En este caso, es conveniente, siempre también dentro de un orden, conceder la bula fotográfica a los aspirantes al premio.

SOLUCIONES POSIBLES, al menos las que el que escribe ha intentado llevar a cabo, hasta que ante la actitud del resto de los aficionados fotógrafos profesionales le ha hecho romper los moldes de su educación y conseguir algunos buenos planos.
Caso contrario solo habría obtenido buenas tomas de las espaldas de los sujetos reporteros.

Además de lo antes dicho sobre la cantidad de disparos, habría que posicionarse siempre fuera de los guiones, con el público, e intervenir molestando lo menos posible en casos y lugares puntuales, y una vez obtenida la instantánea, abandonar su posición, tanto absurda como incomoda de acompañar a quien va de penitencia. No hacemos más que desentonar sobre el conjunto.

Cuando otro compañero, esté tomando la foto, esperar unos segundos a que se retire. Algunos lo hacen así pero, después caminando para atrás sin abandonar el guión y reprogramando la cámara o viendo sus logros en la pantalla LCD, a expensas de atropellar a los penitentes o a las mantillas, no hacen otra cosa mas que ganar tiempo para volver a la carga y hacer otra ráfaga de fotos, sin tener que abandonar su lugar preferente dentro del guión.

Las fotos a las bandas, tan súper retratadas, se deben hacer desde fuera, no dentro de ellas, rompiendo su armonía y exponiéndose a un palillazo en las narices o un bocinazo en pleno tímpano. Mejor hacerlo desde el principio del guión a la altura del estandarte, pero eso si, rápidamente para dejar que dicho emblema sea el que encabece dignamente la procesión.

A propósito de esto, quisiera también hacer mención a los señores de otras cofradías que gentil y estatutariamente hacen de apoyo a la que procesiona.

Son muchos y variados los cometidos que tienen estos señores y que no quiero exponer, ya que por todos es sabido, pero entre estas ocupaciones, no está la de lucirse encabezando el desfile, menos aún al lado del portador del pendón y charlando con él, supongo que con la pretendida intención de salir en todas las fotos de los múltiples aficionados fotógrafos profesionales que les gusta tener una visión general del guión desde afuera.

A quien escribe le fue prácticamente imposible hacerlo ya que no hubo forma de quitar de en medio a uno de estos señores.

Por último, no ponerse jamás estático delante de un trono, componiendo, programando, enfocando o sabe Dios que menesteres hasta conseguir que pare o ser atropellado, consiguiendo así una fotografía sin la más mínima trepidación, evitando la tan temida foto movida. Los he visto apoyarse en los laterales o resaltes del trono a modo de trípode. Es más lógico, menos molesto y consecuente, esperar a que el paso pare para el descanso de los costaleros y ofrecer la oportunidad al verdadero desarrollo artístico de los aficionados fotógrafos profesionales.

Para todo cuanto he dicho como critica general y sinceramente, como “autocrítica”, entono emocionado y arrepentido mi MEA CULPA.