domingo, 25 de abril de 2010

LA SEMANA SANTA


Ya se acabó la Semana Santa, ya se acabó nuestra Semana Mayor como bien decimos los Ubetenses, que estamos orgullosos de Ella. Pero lo que ha acabado han sido los desfiles procesionales, porque para nosotros: “Semana Santa es todo el año”.


Una vez presentado este artículo, y en mi costumbre de relatar aquello que sucede a mi alrededor y cuyas circunstancias hacen modificar mis sentimientos, es por lo que voy a contar cuanto vi y oí en un velador cercano al que yo ocupaba en el recinto de un establecimiento idóneo y propicio para muchas de las mini tertulias, que estos “Días Santos”, acontecen en dicho lugar.


Como conocía a los dos amigos que dialogaban, es por lo que sin querer queriendo, puse oído a cuanto decían, sobre todo por ser tema de actualidad, ya que estábamos en Jueves Santo.


Mateo, hombre algo rudo, espontaneo, sincero, no muy instruido y bastante cabezota, -aunque con cierto deseo de ser convencido de lo contrario que expresaba-, exponía con rotundidad sus argumentos, que por supuesto eran totalmente contrarios a lo que decía, y supongo pensaba, su interlocutor: Fidel, quien por el contrario, es hombre que vive por y para la Semana Santa, ese hombre al que yo no puedo adjudicarle, aunque se los supongo, los verdaderos valores del catolicismo, porque no le conozco lo suficiente como para descubrir sus verdaderos sentimientos espirituales, además de que no viene al caso en este articulo, que solo trata de ver la diferencia de opinión entre ambos conocidos míos y que aprecio por igual.


¡¡Qué suerte estamos teniendo Mateo, con el buen tiempo que nos está haciendo hasta hoy ¿verdad?, y sobre todo que parece que el fin de semana va a ver lo mismo, con algo de frio, pero no lloverá!!


Así es Fidel, y me alegro por ti, que sé que llevas todo el año pensando en “tu” Semana Santa, en “tu” desfile procesional en “tu” banda de cornetas y tambores, en “tu” Cristo, en el palio de “tu” Virgen, etc, etc, ¡¡Me alegro de verdad!!, aunque sabes que no comulgo con “tu” forma de pensar.


¡¡Quiero entender tu postura Mateo, pero no lo consigo!! Dices alegrarte, pero no eres sincero, pones demasiado énfasis en el “tu”, como si en verdad todo esto fuera mío, y no es así, este mundo semanasantero es de todos los ubetenses, es nuestro patrimonio, es nuestra fe y nuestra religiosidad, lo llevamos en la sangre, forma parte de nuestro ser, es cuanto tenemos arraigado en nuestras fibras más sensibles, es la manifestación de nuestros sentimientos profundos, en definitiva es: "Nuestra Semana Santa".


Vale, de acuerdo, rectifico, no eres tú, no es tuyo, sino “vuestro” Todo este mundo al que nos estamos refiriendo, es el mundo cofrade, es vuestro mundo, porque el mío, siento revelártelo, el mío no es. Para mí esto no es religiosidad, para mí y para otras personas, no es más que otra fiesta más, una celebración como tantas tenemos, y lo que es muy preocupante: con la participación de los mismos adeptos a otras celebraciones, carnaval por ejemplo, que se consideraba como manifestación pagana.


Me daba la impresión que la conversación se estaba transformando en discusión, el tono de voz iba cambiando progresivamente, haciéndose más alto, más tenso y más agrio. Estuve tentado de intervenir, pues no me resultaba agradable que en un día tan señalado, un día en el que debería reinar la “Fraternidad”, dos amigos estaban posicionándose en actitudes totalmente opuestas. Pero no lo hice, no sé si por temor o por el morbo de ver en qué quedaría aquel dialogo que cada vez lo era menos.


Pero no me digas continuaba Mateo- ni lo pienses siquiera, que tú estás en posesión de la verdad, no me digas que tu postura es la verdadera, sobre todo no pretendas hacerme creer que eso es lo que Jesucristo quería. No me digas que la humildad de aquel que nació en un pesebre está reflejada en esos mantos con que cubrimos el cuerpo de Cristo, no me digas que los tronos –donde lo paseamos- de maderas nobles, talladas hasta la exageración y recubiertos de pan de oro, representan ese pesebre cubierto de paja en Belén. No me digas que esas esculturas femeninas –por mucho valor que tengan- unas más bellas que otras, pero todas ataviadas con maravillosos vestidos, cubiertas con mantos de tejidos nobles bordados con finos hilos de oro, y súper valoradas por joyas que lucen en sus manos y finalmente tocadas con coronas de oro e incrustaciones de piedras preciosas, sea ésa la representación de la humilde Virgen María que se consideraba: esclava. ¡No me lo digas Fidel!, no me lo digas porque no llevas razón y porque te advierto que eso, -entre otras cosas- es lo que los no creyentes argumentan para “descristianizar” a la población.


Fidel hasta ese momento había permanecido callado, aguantando cuanto oía de su amigo.

Fidel, hombre respetuoso, honesto, leal a sus principios, no deseaba enfrentarse a su amigo, quería comprenderlo, y buscaba en su interior las palabras que sin herir, pudieran defender su postura y quitar dramatismo al sentir de su amigo que exponía sus pensamientos de una forma tan agresiva.


Sabes Mateo que te aprecio, te consta que soy, o al menos quiero ser tu amigo, te trato como a un hermano, y porque te quiero, porque deseo lo mejor para ti, es por lo que me manifiesto de determinada manera. Piensa por un momento en tu madre a la que sé que quieres de corazón, se que la amas y que deseas para ella lo mejor del mundo. Si estuviera en tu mano, la colmarías de bienes, la tendrías atendida, vestida y alojada con, las mejores sedas, y residiendo en la mejor mansión que pudieras comprarle, y no digamos en cuanto a tu padre, tu esposa y/o tus hijos. Lo mejor de lo mejor sería para ellos. ¿Cuánto no más desearías para tu hermano: Jesucristo, y tu Madre del cielo? Más aún si no los tienes contigo, y para aliviar su ausencia te manifiestas como lo hacemos los que tu defines como: “semanasanteros” ¿Entiendes ahora porque todo se nos figura poco para nuestros pasos?. Además de que organizamos otros actos encaminados a la formación cofrade, al culto a nuestros Titulares y a la conservación de nuestro patrimonio artístico y cultural.


¡Qué bonito! ¡Qué bien te ha quedado! ¡Muy emotivo!, pero ni Dios ni su Madre están en el centro del guión entre acordes de trompetas y tambores y fotografiados por multitud de cámaras, ni observados por millares de ojos –críticos y acusadores algunos-. Dios está en la acera, en un rincón, en la puerta del templo, pidiendo para comer o para alimentar a sus hijos, Dios está en ese pobre hombre que tiende su mano a nuestro paso, y queda vacía porque nuestras monedas son para pagar al tabernero que nos sirve las raciones y mariscadas que la mayoría de las veces dejamos en el plato porque ya estamos hartos. La virgen María está en esa mujer que con el niño embrazos, apenas si tiene pecho para amamantarle y delante de la que también pasamos aprisa por volver otra vez desfilar la banda de nuestra predilección. Dios también está –sobre todo para los que decimos ser católicos- en el Sagrario, en ese Sagrario expuesto en nuestros templos y que prácticamente está solo porque no es atractivo, porque no tiene sones de trompetas ni tambores, porque está exento de melodías, marchas, cantares y saetas, ese Sagrario donde realmente a los ojos de la fe está Jesús Sacramentado.


Desde luego Mateo, ¡¡vaya paliza que me estás dando!! Esta conversación, deberían de estar oyendola más de uno. Yo aquí y ahora empiezo por reconocer nuestros fallos, soy consciente de que quizá nos hemos pasado en la parafernalia de la representación de La pasión y muerte de Cristo, quizá le demos más valor al aspecto material que al espiritual y con el anhelo de manifestar cuanto creemos, nos olvidemos de lo verdaderamente esencial, pero créeme, que nuestra intención es potenciar la fe y la religiosidad que profesamos.


Somos sinceros, al menos así lo creo cuando portamos, soportamos a hombros o achuchamos nuestros tronos. Nuestro esfuerzo, sudor y sufrimiento lo ofrecemos en desagravio por cuanto nuestro Señor padeció por nosotros. Supone, así mismo, para nosotros un alto honor y privilegio portal a nuestra Virgen. ¡¡Hay que se “costalero” para saber lo que se siente!! Si no fuera por nuestro interés en estas representaciones, si no fuera por cuanto se mueve en el pueblo y en sus creencias, si no fuera por la ilusión y dedicación que ponemos en nuestra Semana Santa, se perdería por completo y los enemigos de la religión triunfarían en su deseo de descristianizar el país.


Yo no podía seguir escuchando a estos interlocutores, porque era tarde, y me debía a otras ocupaciones, no sé cuándo ni cómo terminó este dialogo, ni sé como terminar yo este articulo, pues considero que ambos hablaban con sinceridad, que ambos son buena gente, que ambos son creyentes y cada uno a su manera manifestaba su religiosiadad. Y es esto lo que destaco en mi artículo. Es éste sentir religioso que todos llevamos dentro, es éste amor a Dios que parece se acrecienta en la Semana Santa ubetense, que tenemos la suerte de ser considerada como de las más importantes de nuestro país, que a pesar de ser aconfesional, ¡¡Nadie nos va a quitar nuestras creencias ni impedirnos manifestarlas!! ALELUYA, ALELUYA.

miércoles, 7 de abril de 2010

LA SAGRADA FAMILIA

Hace unos días festejamos la onomástica de San José, que según el nuevo testamento fue el esposo de La Virgen María y por tanto padre de Jesús.

Festividad religiosa según la iglesia católica y por tanto con obligatoriedad de asistir al sacrificio de la misa, con independencia de ser un día laborable.

Y seguidamente nuestra semana mayor: La Semana Santa

Es por esto, que me vino a la mente una conversación que tuve hace algún tiempo con un amigo mío, que nunca ha comprendido el porqué tuvo que padecer esta situación San José, como padre putativo de Jesucristo.

Mira por donde, precisamente hoy acabo de encontrarme con el amigo mío de siempre, y ahora en presencia suya, voy a relatar otra más de nuestras conversaciones.

¡Con tu permiso!

Me decía este amigo mío: ¿Has leído lo que dicen los Evangelios Apócrifos sobre San José? Pues no, no los había leído. Algo había oído y comentado, y por supuesto criticado, en mis reuniones y charlas religiosas, como participante en asociaciones de matrimonios católicos.

Mi amigo, si que los tenía y los había leído. Me invitó a escucharle mientras repasaba el capitulo referente a este personaje que nos ocupa hoy.

Dice así: "Había un hombre llamado José, natural de la villa de Bethlehem, la de los judíos, que es la villa del rey David. Era muy instruido en la sabiduría y en el arte de la construcción. Este hombre llamado José desposó a una mujer en la unión de un santo matrimonio y le dio hijos e hijas: cuatro varones y dos hembras. He aquí sus nombres: Judá, Josetos, Jacobo y Simeón. Los nombres de las muchachas eran Lisia y Lidia. Y la mujer de José murió, según ley de todo nacido, dejando a su hijo Jacobo de corta edad. Y José, varón justo, glorificaba a Dios en todas sus obras. E iba fuera de su villa natal a ejercer el oficio de carpintero, con dos de sus hijos, porque vivían del trabajo de sus manos, según la ley de Moisés. Los sacerdotes dijeron a la Virgen: Vete con José y obedécele, hasta que llegue el tiempo en que efectúes el casamiento. José acogió a María en su casa y ella, encontrando al pequeño Jacobo con la tristeza del huérfano, se encargó de educarlo y por esto se llamó a María madre de Jacobo. Luego que José la hubo recibido, se puso en viaje hacia el lugar en que ejercía su oficio de carpintero."

Resulta para mi asombro, amigo Vicente, que este hombre era “albañil” se casó en “Santo Matrimonio” y tuvo “seis hijos” (cuatro varones y dos hembras), que también sabemos sus nombres. Después se quedó “viudo”, con su hijo pequeño, huérfano, que marchó fuera de su casa para ejercer de “carpintero” junto a dos de sus hijos.

Por otro lado, los sacerdotes de aquella época, dijeron a María que “obedeciera” a José y se fuera con él hasta que se casaran. Ella aceptó y José la recibió en su casa junto a su hijo. Por ello la llamarón “María madre de Jacobo”.

Y ahora yo me pregunto –me decía un tanto inquisidor- ¿Donde está Jesús?, ¿Era Jacobo?, o ¿tuvo José un séptimo hijo? ¿Podría en este supuesto fallar aquí la credibilidad de la virginidad de María? Y sobre todo: ¿Qué hay de la virtud, castidad y santidad de San José?

Yo, que he reflexionado mucho en torno a la figura de San José, a medida que mi amigo me hablaba me iba sintiendo más y más desosegado por el temor a ser irreverente, ya que estaba comulgando con él, que parecía dar más crédito a los apócrifos que a los de los evangelistas.

Sea como fuere, apostillaba mi querido amigo: ¿Por qué ese empeño en que para que veamos a José como: un hombre casto, bueno, justo, y piadoso, éste tendría que renunciar a ser Padre carnal de Jesús?

Y lo que es más grave -a los oídos de quien nos escuche-: ¿Por qué Jesús, como hombre que fue, no pudo tener físicamente un padre y una madre como todos los hombres.

A mí que la paternidad me ha hecho ser mejor, más humano, más religioso, y sentirme más digno, me pregunto: ¿Porque hay que “despaternizar” el nacimiento de aquel hijo? ¿Era algo sucio, o pecaminoso engendrarlo y parirlo?

Entiendo que mi mujer como la tuya, supongo –me decía- se realizó por el hecho de ser madre. Entiendo que por amor verdadero y unión con intervención divina, no se ha de perder la virginidad, esto debería ocurrir con la deslealtad o la infidelidad, tanto a la propia pareja como a Dios.

No comprendo por qué ha de ser “virgen” la Virgen María como madre, para parir al “Hijo de Dios”. Siempre he creído que todos los seres humanos somos “hijos de Dios”, incluidos mis hijos, y creo que también los tuyos ¿no lo crees así? Pues si –fue mi respuesta- al menos ahora que lo pienso creo tiene sentido tu razonamiento. Comprendo que más de uno se rasgará las vestiduras leyendo este artículo, ¡¡y yo el primero!! Pero pienso que aunque no siempre se ha de decir lo que se siente, en esta ocasión lo podemos hacer, aunque con el temor de una posible apostasía, tengamos sin embargo la esperanza, de que se alcen algunas voces que nos convenzan de nuestro error, porque demostrar no podrán que estemos sumidos en una terrible situación blasfema.

Amigo mío, desde que comenzaste esta reflexión, cuya franqueza agradezco, empecé a recordar que yo me arrodillaba junto la cuna de mi primer bebé y rezaba ante él, porque en ese cuerpecito inmaculado estaba el Dios en el que yo creo, y no me sentía sucio, ni impuro ni “empecatado” por haber cedido, en íntima unión, una semilla a mi esposa que al final de un bendito embarazo parió -creo yo- a un nuevo hijo de Dios.

Yo voy mas allá, paciente amigo que me escuchas: No creo que Dios pueda ser: “Dado a Luz”, porque ¡¡Dios es la Luz!! Por tanto Dios no puede ser, ni engendrado ni parido. No puede nacer alguien que ya existe, Dios no tiene principio y no tendrá final. ¿Por qué entonces, ese empeño en hacerlo nacer?, ¿Por qué complicarnos la racionalidad a los que vemos y comprendemos con toda naturalidad la perfección de la humanidad creada por Dios?

Te estás metiendo en unas profundidades donde yo no me atrevo a entrar, aunque ya te dije antes que son cuestiones que siempre me han perturbado, por no ser coincidentes mi imaginación con mi educación.

Sobre San José te puedo comentar, que, la Iglesia Católica no ha parado de concederle y atribuirle honores. Ha sido “declarado” Patrón de la familia, “proclamado” Patrón de la Iglesia Universal, “considerado” Patrón del trabajo, “protector” contra la duda, “patrono” contra el consumismo. Ostenta así mismo el patronaje de múltiples naciones y países en el mundo entero.

Perdona que te interrumpa, Yo creo que este personaje histórico lo que hubiera preferido antes que tan múltiples títulos, sería: El honor de ser reconocido como verdadero padre, de aquel “Hijo de Dios” que tanto bien hizo y sigue haciendo por cuantos en Él creemos, por su humanidad y que fue educado en el seno de una verdadera familia, aprendiendo del ejemplo de sus padres.

Creo que debemos dejar aquí y por ahora esta conversación, porque reconociendo nuestras limitaciones y el entorno familiar en que nos encontramos, lo único que puede dar lugar es a críticas o incomprensiones.

Me parece bien amigo, reconozco haberme expresado quizá un tanto tremendista e irreverente, no quisiera haber dañado tu sensibilidad con mis confesiones, pero es que te tengo un gran aprecio y me infundes confianza, ¡discuplame! Además, no creo que publiques estos diálogos en tu blog.

¿Cómo que no?, por supuesto que lo haré. Estoy convencido de que, a quien realmente tiene fe esto no le perjudica, sino al contrario, se afianzará más en ella si verdadera es su fe. Y al que no es creyente, no le afectará, porque como se dice ahora: “Yo paso de todo esto”