viernes, 20 de agosto de 2010

DETRACTORES Y/O COMENTARISTAS DE PROGRAMAS BASURA


Cada día proliferan más y más, cada día son más y más el número de oyentes-televidentes, cada día se aceptan más y más, y sobre todo cada día se “critica” más y más estos tipos de programas.


A los que nos gusta leer opiniones de los demás, a los adictos a los blog’s, (así como a sus comentarios), observamos mayor número de articulistas que “critican” estos tan justiciablemente “criticables” putos programas basura, y a sus impresentables protagonistas.


Es tal el asco, repugnancia y aversión que producen, que no vemos la forma de acabar con esta lacra socialmente aceptada y desgraciadamente tan bien valorada.


Si nos paramos a pensar un poco, podemos observar que todos cuantos opinamos y/o escribimos sobre el tema, somos tan “culpables” como a los que criticamos, por la sencilla razón de que los presenciamos.


A esto se levantarán voces de protesta para decir que si no lo vemos, si no conocemos el tema, ¿Cómo vamos a opinar-criticar?, si no participamos en este sucio juego ¿Cómo podemos acabar con ello?, ¿Cómo podemos advertir al mundo de los perjuicios y desatinos que provocan tales asquerosos programas basura, y los vómitos morales que nos provocan sus protagonistas.


Podemos decir también, entre paréntesis, que: ese sector al que criticamos, al leernos pensaran: “Lo que hace la envidia”, “Seguro que nos ven por el morbo que les produce”, “Nos critican porque su vanidad literaria les produce cierto placer”.


Ante todo esto, pienso como lo hago cuando opino sobre el terrorismo en España (gracias a Dios parece va disminuyendo), aparte del motivo político que les impulsa, es el “afán de protagonismo” y las consecuencias mediáticas que provoca lo que hace que se hable, comente y lamente dicho acto. Si un atentado no produjera tanto justificadísimo alboroto, tanto comentario, tanta repulsa, tantos actos, públicamente hablando, si pasase realmente inadvertido, poco o ningún estimulo tendría volver a repetirlo y consecuentemente quien lo comete no alcanzaría la popularidad que necesita para mantenerse y desistiría de su intento.


Pues lo mismo ocurre con estos asquerosos programas. Dejemos de comentarlos, dejemos de opinar y criticar, dejemos de escribir sobre ellos, y sobre todo: ¡¡Dejemos de verlos!! A Dios gracias, aunque pocos, aún quedan programas y cadenas dignas de nuestra atención, nuestro ocio y sobre todo de nuestra cultura.

Termino pidiendo disculpas a todos los que se esfuerzan por conseguir eliminar esta lacra social que nos invade. Así como por haber escrito también yo mismo sobre este repugnante asunto.


Y pido a la divina providencia, que estos individuos-as tengan la oportunidad de ganarse la vida honrada y honestamente, sin tener que recurrir a la facilidad que le brinda esta sociedad cada vez más corrompida y autodestruida.