miércoles, 7 de abril de 2010

LA SAGRADA FAMILIA

Hace unos días festejamos la onomástica de San José, que según el nuevo testamento fue el esposo de La Virgen María y por tanto padre de Jesús.

Festividad religiosa según la iglesia católica y por tanto con obligatoriedad de asistir al sacrificio de la misa, con independencia de ser un día laborable.

Y seguidamente nuestra semana mayor: La Semana Santa

Es por esto, que me vino a la mente una conversación que tuve hace algún tiempo con un amigo mío, que nunca ha comprendido el porqué tuvo que padecer esta situación San José, como padre putativo de Jesucristo.

Mira por donde, precisamente hoy acabo de encontrarme con el amigo mío de siempre, y ahora en presencia suya, voy a relatar otra más de nuestras conversaciones.

¡Con tu permiso!

Me decía este amigo mío: ¿Has leído lo que dicen los Evangelios Apócrifos sobre San José? Pues no, no los había leído. Algo había oído y comentado, y por supuesto criticado, en mis reuniones y charlas religiosas, como participante en asociaciones de matrimonios católicos.

Mi amigo, si que los tenía y los había leído. Me invitó a escucharle mientras repasaba el capitulo referente a este personaje que nos ocupa hoy.

Dice así: "Había un hombre llamado José, natural de la villa de Bethlehem, la de los judíos, que es la villa del rey David. Era muy instruido en la sabiduría y en el arte de la construcción. Este hombre llamado José desposó a una mujer en la unión de un santo matrimonio y le dio hijos e hijas: cuatro varones y dos hembras. He aquí sus nombres: Judá, Josetos, Jacobo y Simeón. Los nombres de las muchachas eran Lisia y Lidia. Y la mujer de José murió, según ley de todo nacido, dejando a su hijo Jacobo de corta edad. Y José, varón justo, glorificaba a Dios en todas sus obras. E iba fuera de su villa natal a ejercer el oficio de carpintero, con dos de sus hijos, porque vivían del trabajo de sus manos, según la ley de Moisés. Los sacerdotes dijeron a la Virgen: Vete con José y obedécele, hasta que llegue el tiempo en que efectúes el casamiento. José acogió a María en su casa y ella, encontrando al pequeño Jacobo con la tristeza del huérfano, se encargó de educarlo y por esto se llamó a María madre de Jacobo. Luego que José la hubo recibido, se puso en viaje hacia el lugar en que ejercía su oficio de carpintero."

Resulta para mi asombro, amigo Vicente, que este hombre era “albañil” se casó en “Santo Matrimonio” y tuvo “seis hijos” (cuatro varones y dos hembras), que también sabemos sus nombres. Después se quedó “viudo”, con su hijo pequeño, huérfano, que marchó fuera de su casa para ejercer de “carpintero” junto a dos de sus hijos.

Por otro lado, los sacerdotes de aquella época, dijeron a María que “obedeciera” a José y se fuera con él hasta que se casaran. Ella aceptó y José la recibió en su casa junto a su hijo. Por ello la llamarón “María madre de Jacobo”.

Y ahora yo me pregunto –me decía un tanto inquisidor- ¿Donde está Jesús?, ¿Era Jacobo?, o ¿tuvo José un séptimo hijo? ¿Podría en este supuesto fallar aquí la credibilidad de la virginidad de María? Y sobre todo: ¿Qué hay de la virtud, castidad y santidad de San José?

Yo, que he reflexionado mucho en torno a la figura de San José, a medida que mi amigo me hablaba me iba sintiendo más y más desosegado por el temor a ser irreverente, ya que estaba comulgando con él, que parecía dar más crédito a los apócrifos que a los de los evangelistas.

Sea como fuere, apostillaba mi querido amigo: ¿Por qué ese empeño en que para que veamos a José como: un hombre casto, bueno, justo, y piadoso, éste tendría que renunciar a ser Padre carnal de Jesús?

Y lo que es más grave -a los oídos de quien nos escuche-: ¿Por qué Jesús, como hombre que fue, no pudo tener físicamente un padre y una madre como todos los hombres.

A mí que la paternidad me ha hecho ser mejor, más humano, más religioso, y sentirme más digno, me pregunto: ¿Porque hay que “despaternizar” el nacimiento de aquel hijo? ¿Era algo sucio, o pecaminoso engendrarlo y parirlo?

Entiendo que mi mujer como la tuya, supongo –me decía- se realizó por el hecho de ser madre. Entiendo que por amor verdadero y unión con intervención divina, no se ha de perder la virginidad, esto debería ocurrir con la deslealtad o la infidelidad, tanto a la propia pareja como a Dios.

No comprendo por qué ha de ser “virgen” la Virgen María como madre, para parir al “Hijo de Dios”. Siempre he creído que todos los seres humanos somos “hijos de Dios”, incluidos mis hijos, y creo que también los tuyos ¿no lo crees así? Pues si –fue mi respuesta- al menos ahora que lo pienso creo tiene sentido tu razonamiento. Comprendo que más de uno se rasgará las vestiduras leyendo este artículo, ¡¡y yo el primero!! Pero pienso que aunque no siempre se ha de decir lo que se siente, en esta ocasión lo podemos hacer, aunque con el temor de una posible apostasía, tengamos sin embargo la esperanza, de que se alcen algunas voces que nos convenzan de nuestro error, porque demostrar no podrán que estemos sumidos en una terrible situación blasfema.

Amigo mío, desde que comenzaste esta reflexión, cuya franqueza agradezco, empecé a recordar que yo me arrodillaba junto la cuna de mi primer bebé y rezaba ante él, porque en ese cuerpecito inmaculado estaba el Dios en el que yo creo, y no me sentía sucio, ni impuro ni “empecatado” por haber cedido, en íntima unión, una semilla a mi esposa que al final de un bendito embarazo parió -creo yo- a un nuevo hijo de Dios.

Yo voy mas allá, paciente amigo que me escuchas: No creo que Dios pueda ser: “Dado a Luz”, porque ¡¡Dios es la Luz!! Por tanto Dios no puede ser, ni engendrado ni parido. No puede nacer alguien que ya existe, Dios no tiene principio y no tendrá final. ¿Por qué entonces, ese empeño en hacerlo nacer?, ¿Por qué complicarnos la racionalidad a los que vemos y comprendemos con toda naturalidad la perfección de la humanidad creada por Dios?

Te estás metiendo en unas profundidades donde yo no me atrevo a entrar, aunque ya te dije antes que son cuestiones que siempre me han perturbado, por no ser coincidentes mi imaginación con mi educación.

Sobre San José te puedo comentar, que, la Iglesia Católica no ha parado de concederle y atribuirle honores. Ha sido “declarado” Patrón de la familia, “proclamado” Patrón de la Iglesia Universal, “considerado” Patrón del trabajo, “protector” contra la duda, “patrono” contra el consumismo. Ostenta así mismo el patronaje de múltiples naciones y países en el mundo entero.

Perdona que te interrumpa, Yo creo que este personaje histórico lo que hubiera preferido antes que tan múltiples títulos, sería: El honor de ser reconocido como verdadero padre, de aquel “Hijo de Dios” que tanto bien hizo y sigue haciendo por cuantos en Él creemos, por su humanidad y que fue educado en el seno de una verdadera familia, aprendiendo del ejemplo de sus padres.

Creo que debemos dejar aquí y por ahora esta conversación, porque reconociendo nuestras limitaciones y el entorno familiar en que nos encontramos, lo único que puede dar lugar es a críticas o incomprensiones.

Me parece bien amigo, reconozco haberme expresado quizá un tanto tremendista e irreverente, no quisiera haber dañado tu sensibilidad con mis confesiones, pero es que te tengo un gran aprecio y me infundes confianza, ¡discuplame! Además, no creo que publiques estos diálogos en tu blog.

¿Cómo que no?, por supuesto que lo haré. Estoy convencido de que, a quien realmente tiene fe esto no le perjudica, sino al contrario, se afianzará más en ella si verdadera es su fe. Y al que no es creyente, no le afectará, porque como se dice ahora: “Yo paso de todo esto”

2 comentarios:

Perikiyo dijo...

Llevo un par de días intentando buscar un huequecito para leer esta entrada, y hoy lo he encontrado. Por fin la he podido leer tranquilamente.
He llegado a una conclusión: me voy a tomar una aspirina.

¿No podéis hablar de fútbol, del tiempo, o de la crisis, como todo el mundo?

Ahora en serio: Pienso que es bueno cuestionarse las cosas y reflexionar sobre ellas.
Pensar es, además de gratis, algo muy sano.

Conserva este amigo. No con cualquiera se pueden tener conversaciones así.

P.D.: Los problemas que me apartaron de mi blog no fueron laborales. Es que este año me ha tocado ser el Exaltador de la Semana Santa, y claro, si dedicaba el poquísimo tiempo libre que tengo a escribir la Exaltación, no estaba yo para inventar relatos, je,je.

Saludos.

Uvejota dijo...

Perdona Pedro por no contestarte antes. He estado un poco “liao”
Siento que tengas que recurrir al “acidoacetilsalicilico” tras leer mi artículo.
¡¡ Pasa de leerme, que es bueno para tu salud!!, jejeje…
De la crisis, sí que he comentado algo alguna vez, en cuanto al tiempo podría hacerlo, pero…. ¡de futbol ná de ná!. Soy un “negao” para eso. Además de no gustarme, o quizá por ello.
Pero por aquello de ir contracorriente (como hice con la “fiesta nacional”) puede que algún día te encuentres con mi más severa “critica” antes el “deporte nacional”, jejeje…
Los amigos que presento en mis escritos, -que lo mismo me benefician que me perjudican-, creo que nunca me los podré quitar de encima.

Cordiales saludos
v.j.

P.D. Presencialmente no, pero ya, ya te oí, jejeje… ¡Enhorabuena!