…….. y quien diga lo contrario, miente.
Caso verídico este que voy a contar, primero porque no me gusta mentir, y segundo porque fui testigo del hecho.
Reconozco que a veces invento hechos, dichos e incluso actos, y lo que es peor: Protagonizo acontecimientos que jamás he vivido. A veces por el contrario, creo protagonistas a otras personas de acontecimiento que he vivido en primera persona, solo por prudencia, timidez o temores infundados.
Tras este preámbulo-confesión, paso a relatar lo acontecido en la Playa de Vera (Almería) el día 9 de Julio de 2010, con un calor propio del verano mediterráneo, con la playa llena de bañistas, cuya mayoría solo tomaban el sol, o paseaban como hacía yo, pues el mar estaba algo revuelto y en los puestos de vigilancia ondeaba la bandera amarilla –el día anterior era de color rojo, y cuando tuve que volverme a mi Úbeda natal (como ocurre siempre) estaba esplendorosamente verde-, jejeje….
Yo caminaba hacia el Este, cuando de improviso me cruzo con un fornido joven de unos veintitantos años, corriendo playa adelante asiendo un salvavidas y con el pelo muy largo y ondulado que con movimiento acompasado con cada zancada del chaval y ondeando como la bandera amarilla que se divisaba en lo alto de la torre de vigilancia que este entregado contratado -con poco sueldo quizá- había dejado tan precipitadamente para acudir a una llamada de atención a su responsable tarea de salvamento.
Se trataba de un hombre que se debatía entre la vida y la muerte envuelto en las olas que provocaba la marea de aquel día.
Era emocionante ver esa escena, a mí se me pusieron de punta los pocos pelos que me quedan, la gente se apartaba al paso de este hombre, miraban y buscaban en la lejanía aquello que provocaba esta precipitación y carrera contra el tiempo, todos pudimos ver una cabeza humana en medio del mar.
Yo evidentemente, cambié mi dirección y lo hacía entonces hacia el Oeste, me fui percatando de toda la escena, apresuraba cada vez mas mi paso tratando de llegar lo más pronto posible al lugar de los hechos. Algo me llamó la atención de este joven salvavidas –estaba hablando con alguien con su walky-talky - y no era otra cosa que pedir ayuda a un compañero, el caso debía ser más grave de lo previsto, o el presunto naufrago se encontraba muy alejado de la orilla, tratando de salir de aquella terrible situación.
Cuando ya tenía este joven asido por las axilas al hombre de unos…. calculo yo, setenta años, se lanzaba al agua otro nuevo joven vigilante de la playa, que sorteando las olas con demostrada pericia, se dirigía al salvamento humano exigido en su profesión.
Mientras todo esto sucedía, yo emocionadamente seguía avanzando en la dirección del motivo que me estaba preocupando por el éxito o fracaso de la misión.
Llegue al lugar de los hechos, cuando los tres individuos se aproximaban a la orilla, dos de ellos abnegados y entregados altruistamente a un tercero que se dejaba portar con….. observaba yo, con cierto aire de “indiferencia”.
Llegados a la orilla, este señor con el bañador más abajo de su posición normal, puso pies en tierra y subiéndose la prenda de vestir hasta dejar oculta la piel más clara que el resto del cuerpo, miraba a los que allí estaban y a quien como yo llegamos, (más que por curiosidad, para alabar y aplaudir a aquellos dos intrépidos jóvenes que se lo merecían todo).
Pues no, no fue así, nadie dijo nada, no se aplaudió, no se vitoreó, no se ensalzó la labor totalmente meritoria y altruista de esta pareja de jóvenes entregados a tan humanitaria misión. Nadie dijo nada, ni siquiera yo que ardía en deseos de aplaudir y lanzar un “viva” por esto chicos.
El motivo no fue otro que la actitud del “salvado”, este hombre parecía como molesto por haber sido rescatado de una muerte segura, este hombre no presentaba ni el mas mínimo gesto de agradecimiento, o se creía poseedor de este derecho a ser salvado o creía que no era tan grave su hazaña de meterse, con su edad, con la advertencia de la bandera y con el movimiento del mar, hasta donde le viniera en ganas.
Me puse tan cerca de él que pude oír alguna de las frases que dijo:
Me baño todos los días, soy un buen nadador, me parece que lo que ha pasado es que había una “corriente” de la que me costaba algo de trabajo salir, pero lo hubiera conseguido, no ha pasado nada.....
…… al punto llegó su esposa – yo creí que se iba a dirigir a los salvavidas totalmente agradecida por el salvamento de su querido esposo. Pues no, tampoco fue así, esta señora se limitó a darle la razón al “individuo” de su marido, decía: Es verdad, mi marido está muy ágil y otras veces ha hecho mayores proezas, se ve que allí hay una “corriente” que no le dejaba venir a la orilla, pero lo hubiera hecho de todas formas.
La gente se quedaba impasible, solo observando, y yo no acababa de creerme todo aquello, solo me preocupaban los chavales que habían arriesgado su vida por un ser que no pronunció UNA SOLA PALABRA DE AGRADECIMIENTO,……. ¿tan difícil es decir GRACIAS?.... una sonrisa al menos ¿no?
Los chavales se miraban, uno al otro y a la gente y no comprendían nada, ¡yo tampoco!
El primero al segundo le dijo: ¡¡GRACIAS AMIGO por acudir a mi llamada!!
El segundo le dijo al primero: ¡¡NO HAY DE QUE, AMIGO, para eso estamos!!
Ambos se marcharon en direcciones opuestas prestos a sus respectivos puestos de vigilancia y yo también me marché decidido a escribir en mi blog este vergonzoso episodio vivido y con la vergüenza de no haber tenido el coraje suficiente de haber amonestado a estos DESAGRADECIDOS bañistas y de no haber ABRAZADO a estos HEROES tan vilmente menospreciados.
8 comentarios:
A veces, una persona puede ser muy orgullosa. Tal ve, si la playa hubiese estado vacía, la cosa habría cambiado. Pero como todo estaba lleno de gente, este señor vio dañado su orgullo de "macho ibérico", al tener que ser rescatado.
Me recuerda a una película que ví de Cantinflas. El bueno de Mario Moreno, se cayó mientras bajaba unas escaleras. Al ver la caída, un grupo de hombres fueron en su ayuda, pero él se los quitó de encima diciendo: "¡No me he caído, es que siempre bajo así!
No tenemos remedio.
Saludos.
Muy bien amigo..., lleváis toda la razón, fueron unos desagradecidos el bañista y su esposa..., a ti te pasó seguramente lo que me hubiese pasado a mi.., que por timidez no dijiste nada, de lo contrario esos salvavidas se hubiesen llevado por lo menos el reconocimiento de su trabajo bien hecho.., aunque una vida no tiene precio...
Un abrazo José
Amigo Perikillo:
Tres cuestiones muy IMPORTANTES:
Primero: Muchas GRACIAS por tu “fidelidad” “prontitud” y “constancia” en comentar mis artículos,... no como otrosssss!! (me refiero a “uvejota”), jejeje....
Segundo: El orgullo y la vanidad nos pierden, es una lástima, no había mucha gente en la playa, pero personas así, lo son pública y privadamente.
Tercero: Jajaja… !! Siempre me ha gustado Cantinflas, más que por su humor, por la lecciones de moral que da en muchas de sus películas.
Un abrazo
v.j.
Amigo José:
Muy agradecido por comentar en mi blog. Leo siempre el tuyo, aunque como observarás, no soy muy comentarista, (voy a intentar corregir este defecto en lo sucesivo), jejeje….
Eso mismo pienso yo, pero más que por “timido” (que lo soy), creo que fue cobardía, e imparcialidad.
¡¡Tenía que haber intervenido!! Seguro que me habría sentido mejor.
La rabia contenida hasta que lo comenté, me dolía, sobre todo por los chavales.
Fue un mal ejemplo por parte de los beneficiados y de los asistentes.
Un abrazo
v.j.
Luego nos quejamos...No tenemos remedio. Nos cuesta mucho trabajo aceptar a los demás, nos creemos capaces de todo por nosotros mismos y así nos va.
Un abrazo
¡¡ Hombre Don Felipe !!
¡Cuento bueno por este mi humilde espacio! ¡Cuán alegremente orgulloso me siento de ver un comentario tuyo!
Leo todos los días tu blog -¡Eso sí que es un blog!-, lo malo es que no soy buen “comentarista” (por timidez, creo yo), y no me atrevo a cuestionar tus artículos magistrales. Ten presente que en “uvejota” tienes además de un amigo un admirador.
Este mundo está lleno de “autosuficientes” por tanto la humildad brilla por su ausencia –diría yo que en casi todas las manifestaciones humanas-
Un perro al que se ha dado una paliza (injustificada casi siempre) y después se le encierra un día entero sin comer........ ¡¡ Cuando le devuelves la libertad, no solo no te muerde, sino que no cesa de mover la cola en agradecimiento hacia ti !!
Un abrazo
v.j.
Bueno, por fin después de más de dos meses te asomas de nuevo a tu blog. ¡Ya era hora!
De tu artículo comentar que, por desgracia, así es la realidad que nos rodea; mejor, así somos una gran mayoría de los humanos.
En el fondo, pues lo de siempre, fata de educación, de mucha, mucha educación, de la más elemental educación humana y ya no digamos cristiana.
Si hoy ya no se enseña y no se mama desde la familia el ser agradecidos...¡apaga y vámonos!
¿Cómo se arregla esto? Pues como toda las cosas: ENTRE TODOS.Poniendo cada uno su granito de arena: los padres los primeros, los educadores, los políticos, la sociedad en general...
Amigo Vicente, y cada uno de nosotros, siendo valientes y denunciando, corrigiendo y actuando cuando sea menester.
Mucho me he extendido en mi comentario; pero me lo disculpas por haber estado dos meses sin darme opción a hacerlo.
Un abrazo.
Amigo Fernando:
¿Dos meses ya?
Llevas razón, lo mismo que se dice: “El que tenga tienda que la atienda”, tendría yo que asumir que: “Quien use internet, que escriba en él” no sé si esto es rima o que es lo que es, pero la idea sé que la vas a entender, jejeje…
Llevas toda la razón, ¡ya era hora! Solo me consuela que hay otros blogueros que espacian más aún sus intervenciones. Los buenos a quienes os leo, si que sois fieles a vuestros lectores. En fin, a ver si me responsabilizo y soy más constante.
Totalmente de acuerdo contigo en tus apreciaciones, LA FAMILIA es la célula madre de la sociedad, no hay otra escuela de valores que la supere.
Por supuesto que debemos ser todos, los que intentemos arreglar este desaguisado mundo lleno de desaprensivos, con valentía, coraje y espíritu de justicia. En el caso que nos ocupa, yo debí expresar en voz alta cuanto sentía, pero me faltó el valor suficiente por temor a la reacción de los demás. Procuraré ser más coherente la próxima vez.
No solo te disculpo (no eres culpable), sino que te animo a que cuando comentes mis escritos lo hagas todo lo ampliamente que creas oportuno. Tus razonamientos y consejos siempre son bien recibidos y eternamente agradecidos.
Un abrazo
v.j.
Publicar un comentario